vista.JPG
    vista.JPG
    previous arrow
    next arrow

    Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado

    En 1859, el señor Ángel Corrales después de una reparación capital, reinaugura el Teatro de Güano, con capacidad para cuatrocientas personas, amplios balcones y excelente escenario por donde desfiló lo mejor del repertorio teatral de aquel entonces. Durante todo el año, sSe sucedían las temporadas de las compañías de La Habana y España, así como el modesto aporte de una compañía conformada por artistas remedianos.

    Desde el primer estreno, el 29 de abril, no dejó de asistir una noche, la joven Ana Beatriz, una grácil belleza remediana que residía en la casona de la calle Jesús del Monte esquina San Francisco Javier. Sus padres, amantes y diligentes, apoyaban el gusto de su hija por la danza y la declamación quien con solo doce años era la admiración de los artistas que visitaban la villa, por las condiciones naturales para el arte, ya que pintaba y cantaba como un ángel, aunque fuera el baile su afición preferida. Para dar oportunidades a la niña sus padres organizaban veladas artísticas en su residencia.

    Los poetas y músicos de la Villa prestaban sus composiciones para que la muchacha diera rienda suelta a sus dotes y todo terminaba en el frenesí de una danza que ella ejecutaba y que la hacía parecer de éter, de nubes, nieve, de lluvia según la música ejecutada magistralmente por la madre que al parecer se dejaba llevar por el baile para lograr las melodías.

    En 1861, cumplidos los quince, el cólera asoló la villa, cientos de casos fueron reportados y 875 personas murieron por la enfermedad. A pesar de los cuidados y medidas extremas una de las víctimas fue Ana Beatriz. Los padres ante la irreparable pérdida abandonaron la ciudad sin despedirse de nadie. Una mañana la casona apareció vacía y nadie supo hacía donde emigraron sus dueños. Con el pasar de los años la edificación se fue deteriorando, las paredes se cubrieron de cardos y bejucos. Un jagüey creció en medio de la sala rompiendo el techo.

    Nadie la habitó jamás, nadie se atrevió a entrar para salvarla de un posible derrumbe. Nadie, porque afirmaban los vecinos que allí vivía una niña, una niña que en la primera noche de luna nueva de primavera, cantaba y bailaba. Aseguran muchos vecinos que aun la casa se ilumina y recobra todo su esplendor. Que se escucha la risa y las palmadas de muchas personas. Cuando todo cesa, se ve salir de las ruinas a una joven que desciende hacía lo profundo del pozo del patio, luego el silencio. 

    Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado

    Aparecía días antes de las epidemias. Sobrevolaba la villa, luego descendía y recorría las calles donde mayor número de desgracias sucederían, a su paso quedaba el olor que tienen los cementerios en los días de mucho calor. La gente se arrodillaba y elevaban al cielo una cruz de madera. Se ponía tras la puerta la cruz con una tira roja. Se le pedía a la virgen del Buenviaje.

    La primera aparición fue en 1720. Durante los primeros días del mes de noviembre el aura días estuvo sobrevolando la ciudad. A mediados de diciembre el pueblo se vio invadido por un centenar de perros rabiosos. Que mordían y descuartizaban todo a su paso. Se movilizó el ejército y nada, aparecían más perros, como si los animales muertos volvieran a vivir.

    El Alcalde Ordinario Manso de Contreras y Pérez de Alejo emitió un Bando para que los vecinos celebraran procesión el día 20 a la Santísima Virgen del Buenviaje con misa solemne el día del Santo Apóstol Tomás. Luego se capturaron los perros infectados, se mataron y se quemaron en grandes piras a la salida sur de la villa.

    En 1794 nuevamente el aura y la epidemia de Fiebre amarilla con un saldo de 81 muertes. En 1801 el aura estuvo posada durante días en las cercanías de la villa y varios vecinos intentaron cazarla. Una epidemia de Viruela cobró la vida de 176 personas. El aura siguió visitando la villa esporádicamente hasta que en 1861 se adueñó de la torre de la iglesia del Buenviaje durante semanas. Cuando subían a cazarla no la encontraban. Fue el año de una de las peores epidemias en la ciudad con 875 muertes. La última aparición (si hay otras no se recogen) fue entre los años 1918-19 y le siguió una epidemia de gripe que entró por la carretera a Camajuaní y la padeció el 30 por ciento de la población con 29 muertes. 

    ¿Le ha resultado útil la información publicada en este portal?